Hay vida después de la muerte? Hay opiniones encontradas a este respecto. Algunos piensan que al morir se acaba el ser, una posición muy similar a la que llegan los escépticos y materialistas. Un ejemplo de esto lo constituyen los adventistas, o incluso los testigos de Jehová, quienes afirman que:
«… cuando una persona muere, deja de existir. La muerte es lo contrario de la vida, de modo que los muertos no ven ni oyen ni piensan.»
Otros, por el contrario, creen que la vida sigue, y que la muerte no es más que un viaje. ¿Qué tiene que decirnos la Biblia sobre la vida después de la muerte o la condición de los muertos?
Para conocer esto debemos acudir a los textos que se usan para apoyar ambos lados de la balanza, y hacer una correcta exégesis de esos pasajes. Comencemos…
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El rico y Lázaro
La principal enseñanza de la mal llamada parábola del rico y Lázaro (porque más que parábola, es una realidad), es que existe la vida consciente después de la muerte. De hecho, aunque alguien insista que se trata de una parábola, debe entender que las parábolas nunca enseñan algo distinto a la realidad que afirman. Dicho sea de paso: Jesús no comienza como acostumbra en las parábolas «El Reino de los cielos es semejante a…». Sino que relata la historia de dos personas que de pronto mueren, y ya.
En Lucas 16:19-31 Jesús nos refiere la historia de dos personas reales, con nombres, familia, sus hechos, lo que experimentan en vida y lo que viven tras la muerte. Por más que se quiera tergiversar esta historia estirando el contexto a cualquier eiségesis disparatada, se enseña claramente la vida consciente después de la muerte. No hay razón para pensar que Jesús enseñe algo, con tantos detalles, y que sea opuesto a lo que dice. Jesús no miente: hay vida tras la muerte.
Abandonar el cuerpo
El apóstol Pedro nos trae otra prueba de que la vida no cesa tras la muerte. Veamos lo que escribió el apóstol:
Además, considero que tengo la obligación de refrescarles la memoria mientras viva en esta habitación pasajera que es mi cuerpo; porque sé que dentro de poco tendré que abandonarlo, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. También me esforzaré con empeño para que aun después de mi partida ustedes puedan recordar estas cosas en todo tiempo. (2Pe 1:13-15 NVI).
Pedro habla de su cuerpo como de una habitación que le alberga a él. La Biblia de Jerusalén lo vierte en el verso 13 como «mientras me encuentro en esta tienda». La Reina Valera traduce aquí «en tanto que estoy en este cuerpo». Y otras traducciones no usan cuerpo sino tabernáculo. Simon Kistemaker habla de ello en su comentario a esta epístola:
Pedro recurre al uso de una metáfora cuando habla de su cuerpo físico. El lo designa “tienda de campaña”, del mismo modo en que Pablo lo llama “una tienda terrenal” (2 Co. 5:1, 4). La ilustración es útil, porque una casa da un sentido de permanencia, pero una tienda es una morada temporal.
Pedro no sólo reconoce que su cuerpo es como una habitación donde vive (y no que sea todo su ser), sino que sabe que tendrá que abandonar ese cuerpo, y habla de su partida respecto al cuerpo. Aquí hay dos términos muy importantes: el verbo apóthesis, traducido como «dejar» o «abandonar». Y la palabra «partida», que es el griego exodon. Hay que destacar que ninguna de estas dos palabras sugiere muerte, inexistencia o cese de algo. Ambos involucran acciones. Citando nuevamente a Kistemaker, hallamos que:
Este es un término que Pedro utiliza para describir la muerte que le aguarda. No cabe duda que él implícitamente está enseñando que la muerte es una transición de una vida terrenal a una vida sin fin con Cristo. Por consiguiente, él considera su muerte no como una cesación sino como una partida.
¿Dios inspiraría a decir que existimos aparte del cuerpo.o que hay continuidad luego de partir, si así no fuera?
Filipenses 1:23: Partir y estar con Cristo
El apóstol escribe:
“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.” (Flp 1.21-23).
Pablo está afirmando que si estuviera vivo entre nosotros, sería muy provechoso para la obra cristiana, pero que si muere es mucho mejor. ¿A qué se refiere? Este texto es un fuerte argumento contra la creencia de que la muerte es un cese total, o quedarse dormidos a espera de la resurrección. Un muerto, inconsciente, no estaría mejor, a menos que esté plenamente consciente en el gozo y la presencia del Señor.
En su comentario a Filipenses, Gordon Fee nos dice:
… la implicación de un pasaje como éste es que espera estar conscientemente «con Cristo»: de lo contrario, poco sentido tienen las expresiones «partir» (dejar el cuerpo) y «permanecer en el cuerpo» y los fuertes sentimientos que Pablo comunica en estas frases.
Y agrega:
… Pablo entendió que la muerte era un medio para llegar a la presencia del Señor.
¿Qué dice el griego?
Cuando se lee este pasaje en griego, obtenemos unos detalles más esclarecedores. El texto griego dice:
συνέχομαι δὲ ἐκ τῶν δύο, τὴν ἐπιθυμίαν ἔχων εἰς τὸ ἀναλῦσαι καὶ σὺν Χριστῷ εἶναι, πολλῷ [γὰρ] μᾶλλον κρεῖσσον
La palabra griega para partir es analusai, aoristo, activo, infinitivo del verbo analúo. Esta palabra significa también «deshacer» o «regresar». La idea de partir es romper los hilos de esta vida para irnos a la otra vida, de regresar a donde pertenecemos con un propósito específico, o desamarrar nuestra tienda de campaña y colocarla en otro lugar. La palabra traducida como «estar» es einai, presente activo infinitivo del verbo eimi. Pablo quiere partir como condición de poder estar con Cristo de forma inmediata. El exégeta Eugenio Danyans brinda un comentario apropiado:
Nótese que la frase «to analusai kai sun Xristo einai» lleva un sólo artículo, «to», para los dos verbos, lo cual indica que los dos efectos (ser soltado y estar con Cristo) guardan una mutua relación cronológica: el apóstol desea soltar las amarras del cuerpo mortal, como condición para gozar inmediatamente de la presencia del Señor.
Por eso William Hendriksen escribe en su comentario sobre Filipenses:
El apóstol sabe que cuando su alma parta de esta vida terrenal, inmediatamente estará con Cristo. No caerá en “la no existencia”, ni “dormirá” hasta el día de la resurrección…
Es obvio que este pasaje enseña la vida inmediata y consciente después de la muerte.
Ausentes del cuerpo,… presentes al Señor
La segunda carta que Pablo escribió a los corintios nos ofrece otra pista. Aquí dijo: «Más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor» (2Cor 5:8); o como lo vierte la Biblia de Jerusalén: «… preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.»
La palabra usada por Pablo para referirse a la ausencia del cuerpo, es “endemeo”, que significa: “uno que está en su propio lugar o tierra”. Pablo se está refiriendo con esta palabra cuando dice “estar con el Señor”, a estar en la casa, estar donde debemos estar, estar en nuestra morada, en el lugar indicado, o nuestra propia tierra a donde pertenecemos. Vine nos ofrece un comentario exquisito: “La implicación de estar «en el hogar con el Señor» después de la muerte constituye un testimonio en contra de la doctrina de la inconsciencia del espíritu, cuando queda desligado del cuerpo natural.”
El contexto, desde el verso 1, habla sobre la vida después de la muerte. La enseñanza es que si nuestro cuerpo se deshace o es quitado, Dios nos dará otro mucho mejor (v.1), uno celestial (v.2) con el que no estaremos desnudos (o sin cuerpo, v.3). Estar en la tierra, vivos, aquí, es no estar con el Señor. Pero el morir, en contraste, es estar en la presencia del Señor. Esa es la idea de Pablo. No dejamos de existir. Iremos con el Señor. No hay cese ni inconsciencia.
Hebreos 12:1,23 y la nube de testigos
En hebreos 12 se nos habla de una nube de testigos que están en derredor nuestro. ¿Qué quiere decir eso? Esta gran nube de testigos está formada por la lista de personas mencionadas en el capítulo 11 del libro. Lo interesante de esto es lo que dice el apóstol: “teniendo en derredor nuestro”. La palabra usada aquí es “prokeimai”, y se traduce por “que tenemos por delante”.
Unas líneas adelante, en Heb 12:23, hay un complemento importante a esta idea: Luego de decir que nos hemos acercado a Dios y a sus ángeles, el escritor afirma que hay personas que se han ido antes que nosotros a la presencia del Señor. Leamos desde el verso 22:
Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa, a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección…
Todo este contexto apunta a la vida después de la muerte, a que hay personas justas, y a que nuestro testimonio de fe sea como el de aquellos
Este término significa literalmente “yacer delante”. Imagine usted, amigo lector, lo que significa esto: que si tenemos a nuestro alrededor a estas personas entonces debemos despojarnos del pecado que nos asedia. Dicho de otra manera, estas personas no están dormidas, extinguidas o inconscientes! Y eso es compatible con las enseñanzas de Jesucristo de que Dios no es Dios de muertos sino de vivos (Mt 12:26,27), ¿porqué? Porque para Dios nadie muere!
¿Y qué de los textos que parecen afirmar algo distinto sobre la condición de los muertos?
En la biblia hay algunos versículos que parecen decir algo diferente a lo que hemos expuesto sobre la condición de los muertos. Veamos algunas de ellas y entendamos lo que quieren decir realmente.
¿Los muertos no saben nada?
Uno de los pasajes utilizados para inferir que no hay vida después de la muerte es Eclesiastés 9:5, que dice en la Biblia de Jerusalén: «Los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria.»
Pero como siempre digo: para saber lo que quiere decir un texto de la Biblia debe ir al contexto. Cuando se hace este sencillo paso nos damos cuenta que Salomón no habla de la vida después de la muerte, sino que está comparando lo que podemos hacer en esta tierra (el libro habla de lo que se hace debajo del sol) estando vivos, y lo que se puede hacer en esta tierra estando muertos. No se interesa en nada más. Para validar esto y entender que no habla de la vida después de la muerte, basta mirar el verso siguiente: «Se acabaron hace tiempo su amor, su odio y sus celos, y no tomarán parte nunca jamás en todo lo que pasa bajo el sol.» (Ecl 9:6).
¿Y los que duermen?
La Biblia se refiere a los muertos, algunas veces, como dormidos, y hay quien afirma que si habla de dormir, significaría que están «bien muertitos». ¿Es cierto esto?
En Juan 11:11 Jesús afirma: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero ahora iré a despertarlo». También, en Hechos 7:60 se nos dice que Esteban «durmió», en referencia a que murió. En Hechos 13:36 se dice que David «durmió». Y en 1Ts 4:13 Pablo se refiere a los muertos como «los que duermen».
Recordemos que el ser humano, además de tener un cuerpo, tiene una parte inmaterial (que algunos creen que es sólo el alma, y otros afirman es alma y espíritu). Esto queda demostrado en que Dios creó el cuerpo de Adán del polvo de la tierra, pero estaba sin vida hasta que Dios puso en él la parte inmaterial. Cuando se habla de dormir, se refiere al cuerpo. Por eso vemos en Daniel la siguiente afirmación:
«Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.» (Dn 12:2)
¿Quienes son los que duermen en el polvo de la tierra? Los que son puestos ahí en la tierra, es decir, los cuerpos. Norman Geisler y Ron Rhodes afirman esto mismo en su libro «Respuestas a las Sectas«, y agregan:
Las almas, tanto de creyentes como de incrédulos, están conscientes… El término «sueño» se refiere al cuerpo, no al alma. El sueño es una figura retórica apropiada para hablar de la muerte del cuerpo…
Así que, en la Biblia, el estar dormidos (como sinónimo de estar muertos) es una figura retórica que alude al cuerpo, cuya posición simula eso, pero el ser humano no es sólo cuerpo.
Hay vida tras la muerte
Definitivamente, la condición de los muertos no es una muerte total, sino una vida total. La transfiguración (Mat 17:3) nos enseña que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos (Lc 20:38). Juan relata en Apocalipsis que los cristianos martirizados están vivos y conscientes (Ap 6:9). Pablo nos dice que «en la vida o en la muerte, vivamos junto con él» (1Ts 5:10 NVI). Y por esta misma razón es que el ladrón arrepentido en la cruz estaría con Cristo, ese mismo día, en el paraíso (Lc 23:43), pues quien muere está ausente de su cuerpo y a la vez presente con el Señor (2Cor 5:8), lo cual es mucho mejor que estar aquí en la tierra (Fil 1:23).
Que este artículo sea para la Gloria del Señor siempre, y sea de bendición para tu vida y la de quienes corrijas.
Que el Señor te bendiga.
Bibliografía Consultada
- Biblia versión Reina Valera 1960
- The Watchtower Bible and Tract, «¿Qué enseña realmente la Biblia», pp 58.
- Danyans Eugenio, «Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová»
- Kistemaker Simon, «Comentario al Nuevo Testamento, 1 y 2 Pedro, Judas»
- Geisler & Rodhes, «Respuestas a las Sectas», pp 92,93,317,318.
- Biblia versión Nueva Versión Internacional
- Biblia de Jerusalen, tercera edición, 2001.
Acerca del Autor
Juan Valles
Teólogo en formación, predicador del evangelio; apasionado por la apologética y la doctrina cristiana; se dedica al estudio de sectas y movimientos religiosos. Está casado y reside en Caracas.