Algo que ha venido revolucionando a los creyentes es la apologética. Muchos están fascinados y comprometidos con la defensa de la fe, cómo responder adecuadamente, y cómo pueden hacer un mejor servicio a Dios en estos tópicos. Pero en este proceso de aprendizaje ninguno está exento de cometer algunos errores en la apologética que pueden ser repetitivos y fatales, obstaculizando nuestro servicio a Dios y, en vez de acercar a alguien a Dios, terminamos por alejarlo. Traté de enumerar los más comunes.
Contenido que encontrará
No depender de Dios
El afán por aprender ciertos temas, el manejarlos a comodidad e incluso el conocer a las personas pueden hacernos una mala jugada, pues pueden hacernos creer que podemos ser autosuficientes cuando en realidad no es así. Una de las características de un creyente es su depende a Dios. Y en la apologética no es la excepción. Debemos evitar creer que el éxito en la apologética depende de nosotros.
Aquí es imperativo mantenernos en íntima comunión con el Señor. La oración y la lectura de la Palabra nos ayudará no sólo para la apologética sino para nuestro día a día. No olvidemos que es el Espíritu Santo quien da convicción de pecado a la persona a la que respondemos, y también es quien nos lleva a toda verdad, por lo que de ninguna manera depende de nosotros.
No tener un propósito claro
¿Para qué hacemos apologética? ¿Con qué finalidad? Cuando nuestro propósito no está claro no sabremos dónde llegar. Tirar flechas por tirar no tiene mucho sentido. La meta principal en la apologética no es responder por responder, sino primordialmente comunicar nuestra esperanza con la finalidad de llevar a otros a Cristo. Por supuesto, otras veces debemos responder para refutar una falsa doctrina, pero ello también lo hacemos no para refutar por refutar, sino para que quien está en el error conozca y siga la verdad.
Esto es importante porque desenfocarnos impedirá una apologética efectiva. Muchos terminan creyendo que la finalidad es ganar un debate, desarticular argumentos contrarios, avergonzar, etc. No olvidemos para qué hacemos apologética, y no perdamos el norte independientemente de los argumentos contrarios o problemas que se nos presente. Llevemos a otros a Cristo.
El uso de Falacias
Usar falacias puede ser un error común e involuntario, pero sería lamentable usarlos a conveniencia y de forma intencional. Las falacias son fallos en nuestras afirmaciones. Hay personas muy bien entrenadas en este tema, de tal modo que reconocerían de inmediato una falacia y se vendría abajo todo nuestro esfuerzo evangelístico y apologético. Alguien que tiene la verdad no necesita incurrir en ellas, sino sólo hablar coherentemente las cosas que son sabe son verdaderas. Una de las cosas que nos caracteriza como creyentes es la integridad. No hagamos trampas. Confiemos en que en nuestra dependencia de Dios Él pondrá en nuestra boca la mejor manera de decir lo que Él mismo nos ha enseñado. Recomiendo leer el post sobre Falacias y la Apologética.
No Reconocer nuestra ignorancia en algunos temas
No podemos saberlo todo. De hecho, nadie puede. Esto no significa que debemos renunciar a prepararnos y a intentar conocer muchas cosas, pero puede ocurrir el caso de tener que conversar de algo que desconocemos, y ello nos aleje de nuestro objetivo. Supongamos que en un diálogo con un escéptico nos habla de fósiles transicionales sin que dominemos el tema. No tendríamos motivo para reconocer nuestra ignorancia en el tema. Ser honestos nos puede mantener la oportunidad con esta persona mientras que, aparentar saberlo puede cerrarlas para siempre.
Responder correctamente a preguntas incorrectas
¿Qué tanto sabemos escuchar? Puede darse el caso de no escuchar bien a nuestro interlocutor terminemos descontextualizando lo que dice. Es un error responder a preguntas que no nos han hecho aunque respondamos bien. Si alguien alega que no puede creer en Dios debido a que ve mucha maldad e injusticia en el mundo, seguirá en esa posición si nuestra respuesta se enfoca en hablar de la soberanía divina o la validez de la Biblia.
Es preciso mostrar interés en todo lo que dice alguien, escucharle atentamente y enfocarnos en responder adecuadamente a lo que sostiene. La Biblia dice «Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar» (Prov 18:13 NVI). Incluso podemos hablar sobre el mismo tema que nuestro interlocutor y estar divorciados de lo que quiere decir.
Vamos a ilustrar este punto. Supongamos que alguien nos habla del infierno y cómo un Dios de amor podría enviar a alguien a ese lugar. Normalmente respondemos esto sobre el pecado, la naturaleza de Dios y el significado del infierno. Pero la motivación de la persona no es quizá algo teológico sino la reciente muerte de un familiar, sumado a su temor de que pueda estar sufriendo. Incluso abordando el tema de una forma correcta, a veces no basta responder a la pregunta sino a la persona que pregunta, porque puede preguntar por un contexto específico que requiere una respuesta adicional. Necesitamos misericordia, y muchas veces preguntar el porqué de su pregunta.
Estos son sólo unos pocos de los errores más comunes que podemos cometer al hacer apologética. Pero, ¿puede haber algún otro? Te invito a plasmarlo en los comentarios a fin de que otros puedan conocerlo o sentirse identificados. Que el Señor te bendiga.
Acerca del Autor
Juan Valles
Teólogo en formación, predicador del evangelio; apasionado por la apologética y la doctrina cristiana; se dedica al estudio de sectas y movimientos religiosos. Está casado y reside en Caracas.