La apologética, correctamente entendida, es una actividad que procura llevar a las personas a Dios. Con la apologética se persigue transmitir nuestra esperanza derribando los argumentos que separan a una persona de la verdad del cristianismo. Esta actividad puede hallar oposición espiritual en la persona a quien se intenta comunicar o transmitir la esperanza que tenemos, y por tal motivo no sólo necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo (de quien no suele hablarse mucho, por cierto…) para comunicar, sino también para combatir. Dicho de otra manera: al hacer apologética estamos entrando en un choque, más que de cosmovisiones se trata de una batalla «cósmica». Hoy hablaremos de la apologética y la guerra espiritual.
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¿Qué es Guerra espiritual?
La guerra espiritual es el conflicto dado entre el Reino de Dios y el reino de las tinieblas. Este conflicto puede darse de manera natural entre personas que representan a estos reinos. Basta con que una persona crea en el evangelio de Jesucristo para que, queriendo o no, ya se haga partícipe de este conflicto entre el bien y el mal, pues ya es objetivo o enemigo del reino de las tinieblas.
La Biblia establece como principio que esta guerra que tenemos los creyentes no es contra personas sino contra entes espirituales. Y dice:
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (Efe 6:12 NVI)
Esta guerra normalmente la enfocamos y enseñamos en un contexto que tiene que ver con nuestro crecimiento como cristianos, con nuestras luchas cotidianas, con la oposición que se nos hace a nosotros (un ejemplo claro es la oposición que se menciona en Dan 10:13 que se hizo para que Daniel no recibiera un mensaje). Es una guerra contra «lo que opera» en el mundo (ver Stg 4:7) y en nuestra contra que nos impida hacer la voluntad de Dios.
Pero en este caso nos enfocamos en otro aspecto: la guerra espiritual que puede darse cuando usamos la apologética en personas que, por estos motivos espirituales no creen o no quieren creer.
La Apologética y los Obstáculos Espirituales
Nuestra tarea apologética se enfoca en discernir el motivo de la incredulidad de alguien y dar razones de porqué esos motivos no son ni verdaderos ni convenientes. Pero la Biblia dice que por un acto espiritual (o por seres espirituales) alguien puede estar en incredulidad (ver 2Cor 4:4). De esta manera dejamos por sentado que la incredulidad no sólo es rebelión contra Dios, sino rebelión forzada. De hecho, Pablo escribe sobre la relación del diablo y los escépticos, y dice que es un «espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios» (Efe 2:2 NTV).
Es notable saber que en Jn 8:44 Jesús dice a los judíos que el origen de las mentiras que ellos creen es Satanás. Y esto es posible también debido a la enseñanza de Pablo de que existe algo denominado «doctrinas de demonios», enseñanzas contrarias a Dios con las que se puede llegar a negar la fe verdadera. (ver 1Tim 4:1).
Así que queramos o no habrá un conflicto a nivel espiritual cuando hacemos apologética. Esa guerra espiritual puede darse cuando compartimos el evangelio de un modo sencillo con alguien que milita en el ocultismo, o cuando mostramos a alguien comprometido con el ateísmo el porqué nuestra fe es racional y verdadera.
La Armadura de Fe
No se puede hablar de guerra espiritual sin mencionar las armas de pelea de los cristianos. Sí, tenemos armas que no son carnales (2Cor 10:4). La Biblia dice «Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo» (Efe 6:11 NVI). Esto es clave:
Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes. (Efe 6:14-18 NTV).
Fíjese que los términos usados son militares a la vez que son bíblicos. Es una batalla donde no podemos dejar por fuera a la Biblia. Aunque son importantes los argumentos filosóficos, históricos, lógicos y aun científicos, es el poder de la Palabra de Dios la que trae salvación, y es el Espíritu Santo quien da convicción de pecado. Negar una guerra espiritual no impedirá que estemos en guerra.
Ejemplos bíblicos de Apologética y Guerra Espiritual
Un ejemplo claro lo tenemos Hechos 13:6-12 con Elimas el mago. Aquí se nos cuenta que Pablo y Bernabé estando en Chipre le predicaban al gobernador Sergio Paulo, pero un hechicero local llamado Elimas se oponía a esto, a fin de impedir que el gobernador creyera (Hch 13:8). Pablo no argumentó sobre cosmovisiones. La conversión del gobernador ocurrió mediante el resultado de la guerra espiritual: Pablo (lleno del Espíritu Santo) emitió una sentencia sobre Elimas de que quedaría ciego por haber estado torciendo o trastornando la verdad de Dios (Hch 13:9-11). Esta demostración de poder fue la evidencia que el gobernador necesitaría para creer (Hch 13:12). Hoy por hoy necesitamos estar llenos del Espíritu Santo.
¿Puede haber demonios en las personas? Sí. Y es otro tema del que poco se habla (como si ello hubiere dejado de existir). Por eso, en otro caso extremo y esta vez en Marcos 9:20-27, se habla de un padre que creía pero con reservas (Mc 9:23,24), trajo a su hijo endemoniado ante Jesús para que le ayudase. Sí, Jesús libertó al hijo. Pero esa fe débil de ese padre tuvo que haberse transformado por el poder de Dios mediante ese choque espiritual, teniendo una realidad mediante su propia experiencia. Nuestra labor apologética siempre necesitará del poder de Dios, bien sea para obrar en la mente y el corazón de la persona, de forma espiritual y susceptible, o mediante un choque de poder como en estos casos. Eso es una verdad.
Puntos a considerar sobre Apologética y Guerra Espiritual
Primero, hay una batalla contra nosotros mismos en nuestra santificación, en la que se nos ordena resistir (Stg 4:7). Nuestra intimidad y relación con Dios es importante, no sólo para la apologética sino para todo nuestro diario vivir.
Segundo, la Biblia dice que el diablo, como león rugiente, busca a quien devorar (1Pe 5:8). Vive sembrando dudas en la mente de los creyentes (de que el cristianismo pudiera no ser verdad, o haciendo dudar sobre la seguridad de la salvación). Si ese ataque es contra nosotros es imperativo pedir ayuda a otros creyentes maduros. Si es contra otros hermanos, ayudamos no sólo con argumentos bíblicos sino con compañerismo, oración e intercesión.
Tercero, no podemos hacer apología sin contar con el respaldo de Dios. Es un error creer que esta actividad depende de nosotros (recomiendo leer el artículo «Errores a Evitar en la Apologética«). Así que es importante orar por las personas con quienes usamos argumentos, así como contar con la oración de otros que nos apoyen en estas actividades.
Sobre este punto, noto un marcado y no recomendable ambiente de anti-sobrenaturalismo en las enseñanzas sobre apologética y evangelismo, más centrado en lo que el hombre puede hacer que en lo que pudiera hacer Dios. He conocido de personas que se han convertido al cristianismo porque han notado en el evangelio de Jesucristo un poder superior al que ellos veían en el ocultismo o en religiones falsas.
Cuarto, no sabemos el nivel de esclavitud espiritual de las personas con quienes compartimos nuestra esperanza, de tal manera que debemos estar preparados sea cual sea lo que se manifieste en ellos. Es de esperar que si están poseídos, el infierno hará todo a su alcance para evitar que la verdad de Dios llegue a esa persona. Así que «estad siempre preparados» (1Pe 3:15).
Conclusión
Este artículo no es para que cometamos el error de ver al diablo en todo cuanto existe, sino a Dios. Primero, es para que no ignoremos las maquinaciones del enemigo. Y segundo, para que tampoco nos olvidemos que nos respalda un poder ilimitado en el Espíritu Santo de Dios, el cual nos lleva a toda verdad y a toda buena obra.
Por muy certeros y útiles que consideremos algunos argumentos sobre porqué creemos lo que creemos, a veces (o muchas veces) la raíz principal de la incredulidad de alguien es espiritual, para lo que nuestros argumentos lógicos, históricos o filosóficos no harán mella alguna, sino la oportuna oración y manifestación de Dios sobre esa persona. Porque, como escribiera el inspirado apóstol, «Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas» (2Cor 10:4 NVI). Así que antes de usar cualquier argumento no olvidemos que debemos tener una vida de oración y dependencia de Dios.
Espero este artículo sea de ayuda y bendición. Que el Señor les bendiga.
Acerca del Autor
Juan Valles
Teólogo en formación, predicador del evangelio; apasionado por la apologética y la doctrina cristiana; se dedica al estudio de sectas y movimientos religiosos. Está casado y reside en Caracas.