«Cuando oyes o lees a alguien diciendo algo sobre el nacimiento del Universo, que no te quepa la menor duda de que se lo están inventando todo. Ése es el campo de los filósofos. Dios sabe lo que pasó en el principio de los tiempos». -Leon Lederman (Premio Nobel de Física de 1988).
Hoy creer en Dios parece ridículo, algo irracional sin pies ni cabeza, una cosa de idiotas merecedores de mofas. Lo sé porque yo me burlaba. Si platicamos sobre el inicio del Universo, también el Altísimo aparece como una rémora del pasado. Sin duda, la explicación más racional es la de la Gran Explosión que parió al cosmos. ¿Podría ese súper estallido ser el acto creador de Dios? ¡Nooooo, eso sería irracional! Es más lógico pensar que todo nace a partir de ese cataclismo cósmico.
No obstante la lógica, la racionalidad, se viene abajo cuando preguntas qué provoca la explosión o qué había antes del estallido. Descartando a Dios, quedan dos tesis.
1) Que la Gran Explosión a partir de la cual se origina el cosmos procede de una materia preexistente y eterna anterior al Universo que no tendría ningún comienzo y habría estado ahí siempre… Podría ser, pero no entiendo yo por qué ha de ser más racional creer en una materia eterna sin principio que creer en un Dios.
2) Que todo lo que vemos procede de la nada. Es decir, la nada que no tiene ni existencia ni entidad en sí misma, que sólo es un concepto teórico, pues de eso, de la nada, procedería todo… lo cual resulta muy difícil de digerir porque sabemos que de la nada sólo surge la nada. No resulta más racional que creer en Dios.
Cuando hablamos de si Dios existe o no, hablamos de si el cosmos fue creado por alguien o si es producto del azar. El astrónomo Johannes Kepler sostenía que el espacio infinito es fruto del Señor. Sin embargo, tenía un amigo ateo que discrepaba. Un día el científico mostró a su amigo su último trabajo: una elaborada maqueta del Sistema Solar. Atónito, el ateo le felicitó por su diseño. Kepler bromeando contestó: «No, pero si yo no he hecho nada, la maqueta se ha creado sola». ¿Cómo resulta posible pensar que una burda copia ha de tener un diseñador y decir que el cosmos, de original mucho más complejo que cualquier maqueta, se ha creado solo?
Acerca del Autor
Josué Ferrer
Josué Ferrer (Valencia, 1980) es escritor, periodista, profesor y traductor. Se licenció en Ciencias de la Información (periodismo) por la Universidad Cardenal Herrera CEU (2004), obtuvo el Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) por la Universidad Politécnica de Valéncia (2007) y es Profesor de Lengua Valenciana por Lo Rat Penat (2008).
Es un autor bilingüe que escribe libros tanto en castellano como en valenciano. En el primer idioma ha publicado el ensayo Por qué dejé de ser ateo (2009), el volumen de relatos Fascistas de boina (2012), la novela Prohibido pensar (2012) y la obra colectiva Cuentos para sonreír (2009).
En el segundo ha publicado los ensayos L’Estat Valencià (2009) y La consciència de ser valencians (2012), el recopilatorio de artículos Per a ofrenar noves glories a Valencia (2012), la antinovela Nihil (2012), la novela Amèrica Màgica (2018) y ha traducido del inglés Els assessinats de la rue Morgue de Edgar Allan Poe (2010).
Ha recibido los siguientes premios: Premi Palma Jovenil al Nou Valencianisme (2007), Premi Concurs d’Artículs El Palleter (2008) y Premi Adlert de Novela (2017).