por Norman Geisler |
Los mormones presentan once testigos para probar que su libro tiene origen divino, pero su testimonio carece de credibilidad por muchas razones.
Primero, aun en el caso de que los supuestos testigos hubieran visto algún tipo de las planchas del libro del Mormón, eso no significa que lo que estaba escrito en estas fuera verdad.
Segundo, aun si algunos de los testigos hubieran creído ver algún tipo de ser angelical, eso no significa que no estuvieran alucinando.
Tercero, aun si de verdad vieron algunos ángeles, eso no significa que eran ángeles buenos (el demonio también se puede transformar en ángel de luz, cf. 2Corintios 11:14).
Cuarto, el «evangelio» de las obras del ángel revelado a Smith contradice el Evangelio de la gracia predicado por Pablo que dijo: «Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!» (Gálatas 1:8).
Quinto, los once testigos del Libro del Mormón no podían leer lo que estaba escrito en las planchas y, por lo tanto, nunca hubieran podido avalar el mensaje que estas contenían.
Sexto, en otro caso en que Joseph Smith sostuvo ser capaz de traducir el Libro de Abraham, el manuscrito luego de descubierto y traducido por expertos competentes de Egipto, resultó ser un absoluto fraude, que no estaba de ningún modo relacionado con Abraham. Se trataba, en cambio, del «Libro de los Alientos» egipcio. ¿Por qué, entonces, habría que considerar que el Libro del Mormón fuera otra cosa que un fraude?
Séptimo, hay serias dudas con respecto a la credibilidad de los testigos mismos, aun cuando hubieran visto lo que dicen que vieron.