¿Y qué de los Apócrifos del Antiguo Testamento?

¿Y qué de los Apócrifos del Antiguo Testamento?

Mientras escribo estas lineas estoy siendo llamado a responder a un católico acerca de este tema, y decidí no sólo responderle sino dejar un artículo que se pueda consultar, con argumentos sólidos acerca de un tema tan relevante. Quizá alguno piense que los apócrifos del Antiguo Testamento (A.T.) no sea algo como para desvelarse, pero al tomarlos en cuenta se puede tener un puñado de doctrinas que sabemos no pueden ser sanas.

¿Por qué hablar de los libros apócrifos?

Los libros apócrifos del A.T. o deuterocanónicos (del segundo canon), como soslayan otros, no fueron excluidos de la Biblia por orden o recomendación de Lutero, como erróneamente se ha afirmado. De hecho, todo comentario de Lutero al respecto es simplemente efecto de la no aceptación previa, incluso mucho antes de que la iglesia católica se haya instaurado.

Pero el tema es de interés que en estos libros destacamos es sobre algunas afirmaciones que o bien son exageraciones o desviaciones a doctrinas fundamentales en la Escritura. Por eso es nuestro deber recalcar el porqué de la no aceptación de estos libros, los cuales son 1 y 2 de Esdras, Tobías, Judith, El descanso de Esther, la Sabiduría de Salomón, Siríaco, (también llamado Eclesiástico), Baruch, La Carta de Jeremías, El Canto de los Tres Jóvenes, Susanna, Bel y el Dragón, los agregados a Daniel, la Oración de Manases, y 1 y 2 de Macabeos.

Uno de los argumentos en contra que tienen los que apoyan estos libros es el hecho de que Jesús nunca los mencionó, un argumento si se quiere fuerte a sabiendas de que Jesús citó de muchos libros del A.T. ¿Por qué no los citaría? Alguien me refirió que el A.T. que Jesús leía contenía estos libros, pero si así fuere habría más razón de que los citara, pero nunca lo hizo.

El Testimonio de Jesús acerca de los libros del A.T.

Nuestro Señor Jesús habló muchas veces de los libros del A.T., pero nunca citó alguno de éstos. Y más interesante es el hecho de que Jesús hablara del A.T. en su conjunto tal como lo hacían los hebreos. Una muestra de esto está en Lc 24:44 donde dice: «Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos.»

Aquí Jesús menciona la Biblia hebrea: la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos. Si usted quiere creer en la Biblia debe tomar muy seriamente estas afirmaciones.

Y hay más: ¿Qué ocurriría si Jesús sólo aceptara los libros del A.T. desde Génesis hasta Malaquías? Si esto fuere así es obvio que los deuterocanónicos o apócrifos no tendrían cabida en la Biblia (como de hecho ocurre con las Biblias protestantes), y la iglesia católica debería excluir estos libros de su Biblia.

El Canon de Jesús

Pero quizá para sorpresa de muchos Jesús sí veía el A.T. como las iglesias protestantes: desde Génesis hasta Malaquías. Lea conmigo:

«… desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías…» (Lc 11:51)

 

¿Leyó bien? Desde Abel (Génesis) hasta Zacarías, ¡los extremos de la Biblia para Jesús! En el canon hebreo el libro de Génesis era el primer libro, y el último era 2Crónicas, donde se relata la muerte de Zacarías (2Cr 24:21), que en nuestras Biblias equivale a desde Génesis hasta Malaquías. Tal es la apreciación del teólogo Charles Ryrie en su «Teología Básica», que dice:

«Aquí el Señor afirmó algo definitivo tocante a la extensión del canon del Antiguo Testamento que El aceptaba. Al condenar a los líderes del pueblo judío por matar a los mensajeros de Dios a través de su historia, El los acusó de ser culpables de derramar la sangre de todos los justos desde Abel hasta Zacarías.

Ahora bien, el homicidio de Abel se narra en Génesis 4, y el de Zacarías en 2 Crónicas 24, que fue el último libro en el arreglo del canon hebreo (como Malaquías lo es en nuestro arreglo). Así que el Señor estaba diciendo: “Desde el primer homicidio registrado en el Antiguo Testamento hasta el último”.

Ahora bien, por supuesto que hubo otros homicidios de mensajeros de Dios que se relatan en los libros apócrifos, pero el Señor no los tomó en cuenta. Evidentemente El no consideraba que los apócrifos tuviesen igual autoridad que los libros de Génesis a 2 Crónicas.»

 

Esto da por sentado que no hay posibilidad alguna de incluir estos libros que la iglesia católica apoya.

¿Haríamos caso a los judíos?

Pero, dado que los argumentos expuestos radican en que fueron los judíos quienes nunca los aceptaron, alguno podría decir que éstos se podrían equivocar respecto a los libros del mismo modo como se equivocaron con Jesús.

¿Es posible? No. Tendríamos que suponer con esto que Jesús también se equivocó, lo cual es imposible. Pero surge la pregunta: ¿podrían tener razón los judíos acerca de los libros? ¿A quién obedeceríamos luego de tanta historia, al catolicismo o a los hebreos? Para responder a ello dejémos que la Biblia nos hable:

«¿Qué ventaja tiene, pues, el judío?… De mucho, en todos los aspectos. Primero, ciertamente, porque les ha sido confiada la palabra de Dios.» (Ro 3:2)

¡Esta es la piedra de tranca!

¿Cuál es la escritura correcta? ¿Debemos incluir los apócrifos? La respuesta es clara como el agua: si los judíos la tomaron debemos incluirlos, porque a ellos de les confió. El problema es que no los tomaban en cuenta en lo que era La Escritura.

No dudo que estos libros hayan sido de consulta por algún valor histórico o referencial, pero no hay duda de que no formaban parte de los libros sagrados para los hebreos. Eso debe reconocerlo cualquier católico, aun pese a lo que en vano enseña la iglesia católica. En esto también piensa Charles Hodge en su «Teología Sistemática» al afirmar:

«¿Qué libros tienen derecho a un lugar en el canon, o regla de fe y práctica? Los romanistas responden a la pregunta diciendo que todos aquellos que la Iglesia ha decidido que son divinos en su origen, y ningunos otros, deben ser recibidos como tales. Los protestantes replican diciendo que por lo que al Nuevo Testamento respecta, sólo aquellos libros que Cristo y sus Apóstoles reconocieron como la Palabra Escrita de Dios tienen derecho a ser considerados canónicos.»

 

La diferencia es clara: en el catolicismo se le da valor a la opinión de la Iglesia (católica, por supuesto), es decir, lo que a ellos les parece. En cambio nosotros lo hacemos según Jesús y los apóstoles, como ya se ha visto. Así que, respetamos el deseo de cada quién de tomar estos libros apócrifos y basar su doctrina en ellos, pero siquiera Jesús lo hizo, ni los apóstoles, ¿lo haré yo?

¿La septuaginta? ¿Y qué?

Algunos católicos suelen apelar a la septuaginta para intentar mostrar la validez de los apócrifos, alegando que si fueron traducidos es porque los judíos los consideraban canónicos. Pero, que sean traducidos no le confieren carácter de canonicidad.

Para los que no saben, la septuaginta es la traducción al griego de las escrituras hebreas, y no solamente los libros canónicos sino otros de gran valor cultural. EL motivo de hacer tal traducción fue el de compilar en una biblioteca las más resaltantes escrituras de los judíos.

Pedro Puigvert compiló un libro sobre hermenéutica llamado «Cómo llegó la Biblia hasta nosotros». Allí cuenta lo siguiente:

«La versión de los setenta fue una edición compuesta por motivos culturales, no religiosos. Tolomeo II Filadelfo quería reunir en la famosa biblioteca de Alejandría la sabiduría de todo el mundo antiguo y mandó ordenar la traducción al griego de todos los libros existentes en hebreo o escritos por los hebreos, de modo que pudiera disponer de todo el acervo cultural judío.»

Así que, de haber estado en la septuaginta no equivale a nada, ello no le coloca el estatus de canónico, por lo que repito: Si era canónico, ¿por qué Jesús no lo citó como escritura inspirada? De hecho, muchos padres de la iglesia los tacharon y condenaron, aunque su lectura fuere popular, importando poco que hubieren sido traducidos en la septuaginta.

Un Hecho Significativo: El Porqué

Es bien sabido que la canonicidad no se otorga por aparecer o no en el Nuevo Testamento, porque ya sabemos que fue a los judíos a los que se les dio las Escrituras y fueron ellos quienes no las incluyeron. Con base a esto enseñó Jesús.

Sin embargo, algunos quizá discrepen por el hecho de que hay autores del NT que citaron estos libros, como por ejemplo el escritor de Hebreos en 11:35 que cita 2Macabeos. Hay un libro denominado «Respuestas a las Sectas» escrito por Norman Geisler y Ron Rhodes, donde hablan destacan este punto:

«El hecho de que en el Nuevo Testamento a menudo tome citas del Antiguo Testamento griego (la Septuaginta) de ninguna manera prueba que los libros apócrifos contenidos en manuscritos griegos del Antiguo Testamento sean inspirados.»

 

Y esto es una gran verdad. De hecho, aun la Iglesia católica rechaza el libro de Enoc, el cual es citado en Judas 14-15. Y eso no es todo: Pablo cita a poetas griegos en sus cartas (Hch 17:28, Tit 1:12, 1Cor 15:33), y todos sabemos que tales libros de estos poetas no están inspirados. Conclusión: el citarlos por parte de los apóstoles tampoco garantiza que deban ser incluidos en el canon.

Bendiciones.

Acerca del Autor

Juan Valles
Juan Valles
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Teólogo en formación, predicador del evangelio; apasionado por la apologética y la doctrina cristiana; se dedica al estudio de sectas y movimientos religiosos. Está casado y reside en Caracas.

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